En Navarra, de momento, tenemos la tremenda suerte de tener grandes extensiones de bosque, la verdad es que son marcos incomparables donde practicar deportes como el senderismo, la bici de montaña y algún día al año, el esquí. A mi al menos, foquear por un bosque recién nevado, con todas las ramas cargadas de nieve me aporta sensaciones muy especiales. Cuando sale un haz de luz atravesando la maraña y hace brillar millones de cristalitos da la sensación de estar esquiando bajo cúpulas adornadas con diamantes.
Esperemos seguir pudiendo disfrutar de estos lugares que tanto nos empeñamos en destruir.
Ayer, aprovechando el mediodía, me acerqué al puerto de Artesiaga, en quinto real, y pese a que había menos nieve de la que yo pensaba aún pude disfrutar de estas estampas...
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