martes, 23 de junio de 2020

Deporte sí, siempre. Y ahora, más.

Mantener el cuerpo sano es nuestro deber. De lo contrario, no podremos preservar nuestra mente fuerte y clara. – Buddha

Hoy hemos recibido en uno de los chats de amigos deportistas de los que participo la triste noticia de un conocido deportista que al parecer ha decido apearse voluntariamente de este viaje que es la vida.

La reflexión que voy a plasmar seguramente no tenga que ver con su caso, o sí, pero en cualquier caso me ha dado pie a reflexionar sobre los tiempos que estamos viviendo y los beneficios del actualmente maltratado y casi denostado deporte que tantos beneficios nos reporta.

Está científicamente comprobado y a estas alturas nadie discute de los beneficios físicos directos que el deporte genera en nuestro cuerpo y organismo. Haciendo deporte generamos hormonas como las endorfinas que nos hacen sentirnos mejor y al mismo tiempo desencadenamos fenómenos fisiológicos que hacen que nuestros niveles vitales estén más equilibrados y repercutan en un directo efecto de bienestar. El deporte, bien hecho, mejora el sistema inmunitario, ahí es nada en los tiempos que corren.
Si hablo sin propiedad, lo siento, espero no incurrir en errores o utilizar términos incorrectos.

Pero además de estos parabienes físicos y fisiológicos que como digo, ya nadie discute, hay un componente diría que psicológico que nos hace sentirnos bien.
Corren tiempos duros, cualquier crisis económica o social nos lleva a muchos individuos a vivir experiencias duras en la sociedad de consumo en la que vivimos. Incertidumbre laboral, precariedad económica, crispación política, pobreza de valores, etc... nos pueden llevar cuesta abajo en la dirección de un llámalo "momento anímico bajo" o llámalo "antesala de un estado depresivo".

Cuando estamos inmersos en este punto o en dirección al mismo el deporte es la más accesible y sana terapia que nos puede echar una mano.
El deporte nos hace a todos iguales, una vez nos calzamos unas zapatillas por ejemplo ya no hay deportistas de izquierdas ni de derechas. No hay clases altas ni bajas, no hay jefes ni empleados, no hay parados ni trabajadores en activo, sólo una distancia y tu propio cuerpo.

Cuando estamos haciendo ejercicio tenemos un lugar en el mundo, encontramos un objetivo, una tribu, una especie de la que formar parte e incluso dependiendo de tus capacidades puedes ser la persona menos cualificada del mundo en lo profesional pero un gran líder en lo deportivo, todo es posible.

A día de hoy, y en cierto modo en comprensible, mucha gente que vive con cierta intensidad el mundo del deporte se ha quedado sin carreras, sin objetivos y por lo tanto sin motivación por entrenar y seguir haciendo deporte.
Pero poniendo en una balanza los beneficios del deporte, físicos y psicológicos y el riesgo moderado o muy moderado de contagio, casi nulo, si  la organización hace bien las cosas, creo que si las características de las pruebas y eventos hacen posible celebrarlo habría que animar a las organizaciones a tirar para adelante en vez de estar poniendo trabas o publicando críticas muchas veces egoístas desde el sofá o desde una posición laboral cómoda y segura. Se está dando más credibilidad a cualquier otro sector económico o industrial antes que a la industria del ocio y el entretenimiento con todo el beneficio que reporta a la salud física y mental, no es justo.

Esto, por su puesto, es una generalidad, hay gente que necesita de carreras, por su estilo de entender el deporte y otras que no, y también hay pruebas que por masivo volumen o internacionalidad pues no es posible celebrarlo en esas condiciones, aunque se les podría ayudar a hacerlo de otra forma. La crítica destructiva no vale para nada.
Pero me duele ver como el deporte en particular, y no estoy hablando de fútbol, se ve tan denostado, criticado y casi perseguido cuando debería ser lo contrario, me duele la sociedad.







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